En el año 2017 comencé a cultivar y comercializar azafrán bajo la marca de calidad DOP Azafrán de La Mancha, un cultivo al que llegué gracias a mi pasión por el comercio internacional, por el trabajo en equipo de mis años como jugador de baloncesto semiprofesional y por nuestra cultura manchega. En unas tierras heredadas de mi abuelo agricultor, que siempre se dedicó a la viña, con el apoyo de mi familia y aprendiendo de azafraneros de toda la vida, puse en marcha en Villarrobledo una explotación y una comercializadora con la que empecé a vender mi primera marca ‘Azafrán Desbrín’.

Desde el principio tuve claro que entrar en el mundo del azafrán de calidad exigía mucho más que una mentalidad empresarial. Dicen que el azafrán es una especia mágica, y debe serlo, porque te atrapa y te compromete. Por eso, para mí, como para muchos de mis compañeros productores, este cultivo es mucho más que un negocio: es un compromiso con una tradición y con el futuro de un producto por el que nos conocen y reconocen (a los manchegos) por todo el mundo.

Así que, desde el primer minuto tuve claro que los jóvenes agricultores como yo tenemos la obligación de salvaguardar este legado a través de la profesionalización y aplicando las innovaciones que sean necesarias para garantizar la pervivencia del azafrán. Y por eso nace OPAZ, nuestra cooperativa, porque, en un mundo globalizado, unidos somos más fuertes.