El cultivo
El cultivo del azafrán en La Mancha es una tradición centenaria que ha dejado una huella imborrable en la historia y cultura de nuestra región. Nuestro azafrán, que comercializamos bajo la marca Flor de Opaz, se cultiva entre las provincias de Albacete, Ciudad Real y Toledo, dentro de la zona de producción de la Denominación de Origen Protegida Azafrán de La Mancha, y por tanto con el reconocimiento de calidad diferenciada.
Apreciado tanto por su exquisito sabor como por sus numerosas propiedades, el azafrán se extrae de la flor del Crocus sativus, L, que florece en otoño y que es la única especie de azafrán que es comestible. El proceso del cultivo comienza con la selección de los cormos o bulbos, que en La Mancha conocemos como la ‘cebolla del azafrán’, que se plantan cuidadosamente entre los meses de junio y septiembre en nuestros campos manchegos, con condiciones ideales para su desarrollo, suelos bien drenados y un clima continental, caracterizado por veranos calurosos e inviernos fríos.
El azafrán no tiene semilla, se reproduce por multiplicación de los bulbos por medio de la partición celular. Por eso, cada tres años extraemos los bulbos madre, los limpiamos y seleccionamos y plantamos en nuevos terrenos los hijos, iniciando así un nuevo ciclo vegetativo.
El ciclo de cultivo del azafrán es un arduo trabajo que exige dedicación y paciencia. A medida que las flores emergen del suelo, se produce el momento más esperado: la floración. Este fenómeno se da entre finales de octubre y principios de noviembre y es un auténtico espectáculo de la naturaleza, especialmente en los días de máximo esplendor en los que el campo se llena de flores, son los días de manto.
Es aquí donde comienza la labor meticulosa y minuciosa de la recolección. Recogemos las flores a mano, una por una, con extrema delicadeza, para evitar dañarlas, y las depositamos en cestos de mimbre para que no se apelmacen. Se necesita una gran cantidad de flores para obtener un kilo de azafrán, concretamente unas 250.000.
Cada flor despliega tres estigmas de un intenso color rojo oscuro, que son las hebras de azafrán. A veces, podemos encontrar una flor con seis estigmas, a esa flor la llamamos “melguiza” y dice la tradición que es un símbolo de suerte.
El cultivo del Azafrán de La Mancha no es solo una actividad económica, sino un legado cultural transmitido de generación en generación. Cada año, durante la época de la floración, nuestros campos se tiñen de color púrpura y los productores trabajamos con pasión y orgullo para mantener viva esta tradición milenaria que combina el respeto a la naturaleza, el conocimiento ancestral y el amor por una flor que, a lo largo de la historia, ha sido símbolo de riqueza, pasión y sabor en la tierra de Don Quijote.
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Vineyard Owner
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